miércoles, 24 de abril de 2013

BOUMORT 2012



Boumort es el nombre que recibe un paraje natural, declarado reserva nacional de caza en el 1991 por la Generalitat de Calalunya, de impresionante belleza y biodiversidad, situado en el prepirineo occidental catalán, entre los valles del Noguera Pallaresa y del Segre.
A pesar de las actividades cinegéticas que se llevan a acabo dentro de su territorio goza de una gran protección que ha permitido el asentamiento de varias especies de rapaces y mamíferos algunos de ellos catalogados en peligro de extinción y protegidas por la ley.
Ciervos, gamos, corzos, jabalíes, rebecos (llamados isards en el pirineo catalán) pueden ser observados sin grandes dificultades por toda su superficie.
Pero las verdaderas estrellas son las rapaces, especialmente las carroñeras, como el buitre leonado, el negro (que ha comenzado recientemente a reproducirse con éxito en el lugar), el alimoche y la gran estrella del parque: el quebrantahuesos. Comparten el espacio aéreo con ellos el águila real y la perdicera. Las masas forestales son el territorio del azor y el gavilán. En sus valles y vertientes norteñas con mayor densidad de coníferas se pueden observar en ocasiones el escaso urogallo y el pico negro.
Pues un mes de abril allí nos presentamos mi buen amigo y compañero de trabajo Quimo y un servidor. 
Para poder utilizar las instalaciones dedicadas a la fotografía de carroñeras en Boumort se han de solicitar con antelación los permisos pertinentes al Departament de Medi Natural de la Generalitat de Catalunya. Una vez concedidos reservamos una noche en CasaRamona, casa de turismo rural muy recomendable (estupenda calidad de servicio y precio) situada en el tranquilo pueblo de Conques. La ventaja de esta acogedora casa es que se encuentra situada muy cerca de la entrada a la reserva y además en la acera de enfrente vive el señor Modesto y su hijo, que son los guardas de la reserva y los encargados de trasladar a los fotógrafos al muladar, por lo que se facilita mucho el aspecto de horarios y puntos de encuentro.

Conques.
Iglesia de Conques.
Típicas calles cubiertas.

Para estas aventuras fotográficas programadas no es necesario madrugar mucho, algo que es lo habitual en cualquier salida campestre.  Es necesario cambiar el chip, en las zonas rurales no sirve de nada ir con prisa ni agobiarse con los horarios, te adaptas y se disfruta mucho de este estado.
No llegamos hasta bien entrada la mañana al hide. Esta estupenda construcción de piedra del mismo lugar esta compuesta de dos espacios conectados interiormente. Uno por el que se accede es un habitáculo de plata cuadrada en el que encontraremos un sencillo pero cómodo baño y un armario para poder dejar nuestras cosas. Como que hay corriente eléctrica proporcionada por unos potentes acumuladores que se cargan con placas solares es el lugar perfecto para disponer de los accesorios eléctricos como cargadores y portátiles. Desde aquí se accede al siguiente espacio de planta hexagonal con cinco ventanas que permiten ver el muladar desde diferentes ángulos. Puedo decir que es el hide fijo más cómodo y lujoso en el que he estado, permitiendo quedarse a dormir en el interior como hacen muchos fotógrafos.

Aquí un servidor posando junto al hide.
Interior de la zona de trabajo.
Anexo con baño.
Un lujo sin duda, hasta corriente eléctrica.
Quimo. Mi cara era la misma que la suya, de felicidad total.

Mientras nos instalábamos en el interior los guardas se dedican a repartir los restos de los mataderos de la zona que han subido en el maletero del todo terreno dentro de unos bidones. Podemos decirles donde los preferimos para aprovechar la dirección de la luz, las distancias y los fondos como más nos interese.

Hay que tener en cuenta que el terreno desde el hide tiene pendiente ascendente por lo que cuando las carroñeras comiencen a pelearse por los restos irán bajando acercándose cada vez más al hide, incluso llegaran a rebasarlo montaña abajo y se quedaran por detrás de nosotros. Por lo que no es del todo recomendable colocar los restos muy cerca ya que los buitres ya se encargaran de acercarlos.
Hay momentos que se llegan acercar tanto que no los puedes enfocar o como mucho te has de limitar a realizar primeros planos que no esta mal tampoco.
Una ves los guardas se marchan del muladar queda prohibido rotundamente salir del hide salvo que te estés muriendo o algo peor jejejeje…
Las aves toleran sin problemas el movimiento en las ventanas pero no soportan ver la figura humana hacer acto de presencia y desaparecerán rápidamente y esto puede dar por acabada esa sesión o incluso la de los días posteriores.
Los primeros leonados comienzan a caer del cielo a los pocos segundos de marchar el vehículo de los guardas, y se crea tal confusión en los primeros minutos que no sabes que fotografiar. No consigues aislar a ningún individuo correctamente por lo que se han de aprovechar esos momentos para realizar fotos de cabezas sanguinolentas y muchas alas y garras en una caos total.
Buitres leonados comenzando el festín.

Los modales no son precisamente correctos.



Los chillidos y rebuznos de los buitres te ponen los bellos de punta si no estas acostumbrado a escucharlos.
Pasan los minutos y la cosa comienza a relajarse. Los buches están llenos y comienzan a ser más exquisitos en lo que buscan. La situación es ahora muy diferente, por lo que es el momento de centrase en aves aisladas o interactuando con otras.






De repente te das cuenta que los buitres negros ya están posados en las partes más alejadas observando a los leonados. Este es de mayor tamaño pero no le gustan las aglomeraciones ni el estrés. Les ha llegado el momento y comienzan a pasearse entre los embarrados restos picoteando aquí y allí con calma.





Junto a ellos aparecerán también las estrellas del espectáculo: los quebrantahuesos. Boumort puede presumir de ser una de los muladares con más individuos de esta especie de carroñera. Los hay en todas las fases de plumaje y que es como los expertos se hacen una idea muy precisa de la edad de cada individuo.










Si la época es la correcta (primavera y verano) también acudirán los carismáticos alimoches, blancos adultos y oscuros juveniles. Milanos, cuervos, alcaudones y zorros, alguno viejos ejemplares de no muy buen aspecto.
También es posible que algún venado cruce el muladar ya que es una especie muy abundante en la zona.
Sin casi darte cuenta ha pasado varias horas. Es mediodía, la luz, si la hay, no es la más adecuada y aunque no habías reparado en ello te das cuenta que estas muerto de hambre. Eso sí, el dedo lo tienes dolorido de tanto apretar el disparador. Este es el mejor momento de descargar tarjetas si es necesario y tomar un tentempié, si nos hemos acordado de traerlo claro. Nosotros si no acordamos y entre lo que trajimos los dos allí había comida para los buitres y para nosotros.
El resto de horas es ya mucho más tranquilo, ya no hay tanta hambre y casi no queda nada que picotear en el embarrado muladar. Nosotros lo pasamos en grande fotografiando a los alcaudones, colirrojos, cuervos y desaliñados zorros que no paraban de merodear por la zona.

Zorra con problemas de piel.
Zorro y buitre disputándose los restos.

Milano real.
Cuervos.
Alcaudón real.
Alcaudón real.
Como se puede apreciar en las fotos los fondos de las aves posadas en el suelo no son precisamente los mejores. El terreno está prácticamente desprovisto de vegetación por el excesivo transitar de las aves casi que a diario y en nuestro caso el invierno extremadamente seco que habíamos dejado atrás no ayudó mucho en mejorar el color de los fondos. Pero para mejorar esta situación se han colocado algunas rocas y troncos para intentar que las aves se posen sobre ellos y mejorar así los encuadres y perspectivas.
Captar los vuelos no es el punto fuerte de este muladar debido a la reducida altura de las ventanas del hide. Yo con el 200-400 f4 no tenía mucho margen de maniobra y tocaba con la parte superior del marco de la ventana en seguida. No quiero imaginarme lo que sería utilizar un 400 f2.8 que es de mayor diámetro. Pero me hubiese gustado poder probarlo jejeje…
Aun así algo se pudo hacer ya que buitres y quebrantahuesos no dejan de sobrevolar el muladar a todas horas.
A las seis de la tarde apareció el todoterreno de los guardas que venía a recogernos. Intercambiamos información y vivencias de regreso al pueblo mientras atravesábamos precioso valles y desfiladeros. Estos paisajes me impresionan y siempre recuerdo el famoso dicho de lo pequeño que te sientes en estos lugares y en efecto es así.
El día termino en un bar del pueblo de al lado, Isona. Nos metimos un generoso bocata de tortilla entre pecho y espalda, acompañado de un gran cerveza, “fea de grande” como dice Quimo. Y para finalizar unos chupitos que nos sentaron fenomenal, y un puro no porque no fumamos que si no también.
El día siguiente transcurrió de una forma muy parecida al primero con la salvedad de que a media mañana apareció un coche del parque con una cierva muerta. La había atropellado un camión en una carretera y nos la habían subido. Con esto se demuestra lo majos e colaboradores que son los guardas del parque, y lo digo porque se tarda más de una hora en llegar desde el pueblo al hide. Con este aporte no esperado la cosa se reactivo de nuevo y las tarjetas echaban humo, nos quedamos sin espacio para más fotos, el portátil no daba abasto.
Nos recogieron un poco antes que el día anterior ya que teníamos regresar para Barcelona. Nos despedimos de los guardas y de la Sra. Ramona y partimos.
De camino repasamos todas las escenas vividas los dos días y nos prometimos regresar en otra ocasión. Pero la próxima vez que vallamos a Boumort espero que nos pueda acompañar mi buen amigo Txema Garcia, que desgraciadamente no pudo asistir en esa ocasión por encontrarse recuperándose de un grave problema médico que lo dejo fuera de juego muchos meses.
Txema esta entrada te la dedico con todo el cariño del mundo, se te echó mucho de menos. Tenemos que repetirla, ¿eh?
Me despido con este corto vídeo de este maravilloso y recomendable lugar.




Carroñeras en Lleràs.


La sierra de Lleràs se encuentra situada en el término municipal de Trem, en Lleida. Este interesante enclave prepirenaico da cobijo a un buen número de aves carroñeras y para poder disfrutar de su observación y fotografía la empresa Photologistics instaló hace tiempo un hide-observatorio que oferta para estas actividades.
Compartíamos hide tres personas: Julio Mieza de Barcelona, Txema García de Mallorca y un servidor. Nos recogió en la plaza del bonito y tranquilo pueblo de Talarn un guía de Photologistics que nos subió en un todo terreno hasta el muladar. Estaba amaneciendo y el paisaje impresionaba a esa temprana hora.
Nada mas llegar a la instalación nos llego el potente y desagradable olor de restos de conejos de granja en putrefacción del interior de un remolque cerrado que días antes habían subido para nuestra sesión. Solo de recordarlo se me revuelven las tripas.
Nos alojamos en el interior del confortable hide de madera, con baño y literas, y grandes ventanales de cristal espía mientras el guía vertía la pestilente masa de despojos ladera abajo.
Una vez que se alejo en el todo terreno por la pista montaña abajo comenzaron a acercarse los buitres leonado y los cuervos. Milanos reales y negros volaban sobre el muladar observando los restos. Y un par de zorros correteaban de un lado para otro llevándose pellejos de conejo.

Julio a la izquierda y Txema a la derecha.

Buitre leonado


Milano real.


Buitres leonados haciendo cola.

Buitre leonado apunto de tomar pista.

Leonado haciendo pasada al hide.

Leonado agobiado por la cantidad de verdes moscardones que había.

Retrato de leonado.

Algunos esperando su turno.

Cuervo.


Este hide esta pensado, tanto en diseño como en ubicación, para captar los vuelos de las rapaces acercándose al muladar. Si el viento es favorable van entrando en fila como lo hacen los aviones en un aeropuerto, permitiendo dispara un buen número de fotos desde la distancia hasta que pasan a pocos metros de los cristales de las ventanas. Divertidísimo de verdad.
Un poco mas tarde aparecieron varios alimoches que hicieron las delicias de los tres fotógrafos que allí nos encontrábamos.





Las fotos de las aves posadas en el suelo no eran precisa las mejores ya que el lugar no esta pensado para estas situaciones, pero siempre es posible aislar a algún individuo posado sobre una roca o una rama.
Por poner una pega diría que esta modalidad se complica un poco al fotografiar a través de los cristales espía, que además de dejar pasar menos luz los sistemas autofoco se hacen un poco de lio, especialmente cuando no estamos situados de forma perpendicular a su superficie. Estos ventanales debido a su gran tamaño tienen instalados cristales de mucho espesor por razones obvias de seguridad. Si este cristal es más delgado el problema se reduce como yo he podido comprobar en mi hide del comedero. También el índice de reflexión del espejo influye, concretamente en la perdida de luz. El que yo he instalado es de muy baja reflexión y solo quita un paso, eso si para que el efecto espejo desde el exterior sea completo el interior del habitáculo ha de estar lo mas oscuro posible. Es decir ha de haber una buena diferencia de intensidad de luz del interior al exterior, por lo que los días nublados esta diferencia es menor y cualquier cosa que se mueva tras los cristales a poca distancia se puede ver desde le exterior.

La cara de felicidad de Txema delata lo bien lo pasamos.

Hacia el medio día, con las tarjetas llenas, apareció el guía para devolvernos a la realidad y llevarnos de regreso a Talarn. Julio tenía a su familia esperándole pero Txema y yo no, por lo que nos quedamos a comer en Casa Lola, muy recomendable, con una buena carta de platos típicos elaborados con productos de la tierra. Charlamos y repasamos los mejores momentos de la jornada  y sobre todo, entablamos una amistad que aun perdura. Incluso llegamos a planear nuevas salidas para los próximos meses.


Sant Adrià visto desde el hide.
Txema marchó tras la comida ya que tenía que llegar a tiempo al aeropuerto de Barcelona para volar a Mallorca, pero yo con menos prisa me quedé un par de horas respirando y contagiándome de la paz y belleza del lugar. Lugar idílico sin duda para pasar buenas temporadas de desconexión si vives y trabajas en una gran ciudad como es mi caso.